En
el año 2008, Alan Sokal publicó Más allá de las imposturas
intelectuales: Ciencia, filosofía y cultura, con el fin de denunciar el
auge de la desinformación y de la pseudociencia, y defender la
argumentación racional y lógica frente al pensamiento basado en los
tópicos, la tradición y la superstición. En este libro aborda las
implicaciones que se derivaron de su pequeño “experimento” y la sorpresa
que le provocó el revuelo levantado. Desde su autorreconocida condición
de impenitente hombre de izquierdas, Sokal manifiesta una razón
expresamente política que le animó a escribir su artículo: combatir la
moda del discurso posmoderno, que es contrario a los valores de la
izquierda, y una rémora para su futuro, que no es ningún lugar
tranquilo. Entiende Sokal que existe un asalto a la razón y a la ciencia
por parte de una derecha política y por la alianza entre grandes
empresas que tratan de eludir normativas ambientales y de seguridad, por
un lado, e integristas religiosos que tratan de imponer sus dogmas en
la política educativa y sanitaria, por otro.
Las
implicaciones de esta polémica trascienden el ámbito académico y se
sitúan en un territorio social y político de gran actualidad, porque
buena parte del debate gira en torno al problema de la importancia de la
ciencia en la sociedad: cuánta ciencia deberíamos saber y qué
consecuencias tiene ignorarla o despreciarla. Y si evaluamos la
trascendencia social del pensamiento científico en relación con los
resultados alcanzados por la ciencia y la tecnología, la realidad no
resulta muy alentadora: seguimos creyendo en las abducciones
extraterrestres, en el horóscopo o en las teorías que se sirven de la
física cuántica para demostrar la existencia de Dios y la resurrección
de los muertos.
Las
reacciones al caso Sokal, como afirma Jorge Wangensberg, son un mar de
tinta en el que burbujea de todo "(...) pero, sobre todo, risa, mucha
risa, una risa muy sana porque, a la postre, se trata, ni más ni menos,
que de la risa de la ciencia riéndose de sí misma, una risa que tanto ha
faltado ¡y sigue faltando! en tantas ideologías y tantísimas creencias
de la historia de la civilización. En ciencia por lo menos, ya nada
volverá a ser exactamente igual que antes del caso Sokal", aunque nada
es igual que antes, salvo la permanencia de las imposturas y los
obstáculos que impiden abrirse paso al pensamiento racional.
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